Blanca Martín: Contra el determinismo de género

Este 8 de marzo volvemos a conmemorar el Día Internacional de las Mujeres. El contexto, marcado por la salida de la pandemia y la atroz guerra de anexión lanzada por Putin contra Ucrania, no nos permite ser del todo optimistas.

Las mujeres seguimos luchando contra una desigualdad que atrasa, que nos arrincona y que nos asfixia en todo tipo de miserias, a pesar de ser quienes cargamos con el peso de las familias, sobre todo, en labores y cuidados no remunerados ni valorados porque, una vez más es lo que se espera de nosotras.

Generar impacto en una narrativa que debe marcar el camino definitivo hacia la libertad y la igualdad, conceptos que hoy están muy vigentes debido a una tragedia humanitaria más en el corazón mismo de la vieja Europa.

Como mujeres, no podemos ignorar la ignominiosa brecha salarial ante trabajos de misma índole. A mejor o igual preparación académica, solemos ganar menos que los hombres, sí en el mismo centro de la economía mundial.

27 de las 35 empresas que integran el Ibex afirman pagar hasta un 30% menos a las mujeres que a los hombres. Además, las mujeres que ocupan puestos altos en las compañías del Ibex 35 representan el 19%. Es tan vergonzoso como preocupante.

Veamos: un total de 27 de las 35 empresas que integran el Ibex afirman pagar hasta un 30% menos a las mujeres que a los hombres. Además, las mujeres que ocupan puestos altos en las compañías del Ibex 35 representan el 19%. Es tan vergonzoso como preocupante.

Un país, un continente, un mundo que no es capaz de equiparar fuerzas, vuelve a apostar por un recorte que se impone, sobre todo, como una clasificación entre ciudadanos de primera y ciudadanas de segunda. Es imposible avanzar hacia un desarrollo sostenible y verde, si el primer eslabón vital, las mujeres, somos tratadas como seres inferiores.

Es, la brecha salarial premeditada, un esquema más del supremacismo blanco y patriarcal con el que las viejas estructuras intentan eternizarse en el tiempo. Estructuras macro que se amparan en sus leyes de mercado para señalar a los iluminados y ocultar a las oscurecidas.

Es, la brecha salarial premeditada, un esquema más del supremacismo blanco y patriarcal con el que las viejas estructuras intentan eternizarse en el tiempo. Estructuras macro que se amparan en sus leyes de mercado para señalar a los iluminados y ocultar a las oscurecidas.

Pero no todo es negativo. La aprobación del SMI (Salario Mínimo Interporfesional) a 1000 euros es un golpe a los defensores de la brecha salarial como método de enriquecimiento. Las mujeres somos las principales beneficiadas de la subida, ya que, somos la gran mayoría –por encima del 60%– entre las personas asalariadas que cobran salarios por debajo del SMI.

De esta forma, la reforma laboral y el salario mínimo están pensados para fortalecer la posición ante el mercado de trabajo de los más precarios, entre ellas las mujeres que menos cobran y tienen más contratos temporales. Somos el rostro mismo del ‘precariado’. Aspiramos, este 8 de marzo, a que las legislaciones recién desplegadas, y el plan de igualdad que entra en vigor este 7 de marzo en su totalidad, den un puñetazo en la mesa de las diferencias salariales de género y den paso, al fin, a un mercado de trabajo moderno e igualitario, sin grietas ni determinismos de género.

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